El Artificio de Juanelo o, simplemente, El Ingenio fue construído en 1568 por Gianello Torriani, conocido en España como Juanelo Turriano, arquitecto, ingeniero lombardo, por encargo del Ayuntamiento de la que por entonces era Capital del Imperio y del propio Emperador. Mediante un todavía no igualado (ni del todo comprendido) mecanismo de ingeniería, este artificio era capaz de elevar desde el río hasta el Alcázar, salvando unos 100 metros de desnivel y utilizando la sola fuerza del agua, unos 17.000 litros diarios de agua. El éxito del invento (y el impago de la parte que correspondía al ayuntamiento por quedarse todo el agua en el Alcázar imperial) hizo que Torriani construyera uno nuevo en 1581 adosado al anterior para suministrar agua a la población.
Básicamente, estaba compuesto por una presa y dos ruedas motrices a nivel del río, seis estaciones intermedias (balsa del acueducto, puerta de la Fragua, pasadizo del Carmen, llano de Santiago, corral de Pavones y explanada del Alcázar), y un total de 192 cangilones dispuestos en armaduras basculantes y agrupados en 24 unidades intermedias o torrecillas. La fuerza motriz se transmitía por medio de bielas de movimiento alternado. En su instalación se emplearon doscientos carros de maderas y más de quinientos quintales de metal y estuvo en funcionamiento hasta 1639, cuando su estado de mantenimiento era tan precario y las reparaciones tan costosas para la ya decrépita España, que fue desmantelado, saqueado y sus materiales reutilizados.
Desgraciadamente, y pese a haber sido relojero de Carlos V e inventor de otros muchos prodigios, Torriani muere en Toledo en 1585, arruinado y sin haber cobrado ni un ducado por su maravilla hidráulica. Fue enterrado unos metros por encima del lugar donde se levantaba el Artificio, en el desaparecido Convento del Carmen.
Casi 300 años después de su construcción, el Artificio conservaba visibles sus restos y llegó a tiempo de ser fotografiado antes de su penosa demolición en 1868.
Del famoso Artificio de Juanelo -considerado la principal obra hidráulica del Renacimiento europeo- poco se sabe y mucho se imagina porque, al no conservarse planos ni documentación específica, las hipótesis están relacionadas con las referencias dejadas por los románticos viajeros del siglo XVII que quisieron constatar con la palabra escrita lo que vieron.
A pesar de que el Artificio, su autor y sus prodigios han llenado cientos de páginas literarias y académicas, hasta el año 2011 no se había realizado un estudio de las estructuras que todavía allí se conservan. Con el objetivo de acercarse al conocimiento del sistema desde un punto de vista arqueológico, la Fundación Juanelo Turriano -dirigida por Bernardo Revuelta- ha impulsado un proyecto destinado a desentrañar algunas de las lagunas que todavía existen en torno a los elementos construidos por Juanelo en uno de los puntos más importantes de la orilla del río a su paso por Toledo.
Con estas pretensiones, los arqueólogos Juan Manuel Rojas y Alejandro Vicente han sido los encargados de dar forma a una investigación que abarca más de un frente. En este punto es interesante recordar que cuando se construyen las turbinas de Vargas -en 1870- se destruye la parte más monumental del Artificio, es decir, «el emplazamiento en el que estaba la noria y la arquería que servía de acueducto para elevar el agua». Pero el daño continúa con la construcción de las balsas de la hidroeléctrica al afectar a restos no demolidos con anterioridad.
Por ello, y sabedores que de que ha existido una constante ocupación de esta zona del río y que se ha destruido más del 80 por ciento de la zona de las turbinas de extracción del Artificio, los arqueólogos han tenido de identificar cada estructura con su época.
Así, todo parece indicar que Juanelo posiblemente «reutilizó una noria medieval» y el sistema de presas necesarias para los molinos -la industria de la Edad Media-, conjunto utilizado después por las turbinas de Vargas y por la Hidroeléctrica.